Plan de estímulo


Opinión |20 Abr 2013 - 11:00 pm

Eduardo Sarmiento

Plan de estímulo

Por: Eduardo Sarmiento
El plan no está respaldado en un diagnóstico sobre las causas del desplome de la producción y el empleo.
La iniciativa contempla un subsidio a la tasa de interés de la financiación de la vivienda con el fin de bajarla de 12 a 7%, introduce apoyos fiscales sectoriales y conmina a los fondos privados de pensiones (AFP) a colocar US$10.000 millones en el exterior.
No es fácil entender la baja de la tasa de interés de la vivienda. El Banco de la República venía reduciendo la tasa de interés de referencia sin mayor efecto sobre las tasas activas y el crédito. Ante el rápido deterioro de la economía y el aumento del riesgo y la incertidumbre los bancos prefirieron moderar la cartera y ampliar los márgenes. ¿Hasta dónde se modificará esa situación por el subsidio a la vivienda? De seguro recortarán las tasas para recibir el subsidio y complacer al Gobierno, pero no incrementarán los préstamos.
A nadie se le escapa que en un mercado de vivienda montado en una burbuja de alzas de precios cinco veces mayores que el índice al consumidor y subsidios a la tasa de interés constituye un elevado riesgo. Los usuarios quedan expuestos a una caída de los precios que podría colocar el valor de las viviendas por debajo de la deuda, como ocurrió con el UPAC y las hipotecas subprime en EE.UU.
 Las disposiciones sectoriales giran en torno a apoyos fiscales para reducir los costos de la producción de la industria y la agricultura, y aliviar las pérdidas de algunos sectores damnificados por la revaluación. Son acciones asistenciales que tranquilizan a los beneficiarios, pero no tienen mayor efecto.
Se plantean interrogantes sobre la conveniencia de emplear los recursos de las pensiones con propósitos monetarios y cambiarios. De hecho, quedarían sometidos a la baja tasa de interés internacional, la sobrevalorización de las acciones y los títulos de largo plazo.
No se ha entendido el proceso que condujo al estado actual. La economía experimentó la ruptura de la burbuja del crédito y alza de los precios de los activos que provocaron un fuerte choque que ocasionó la caída de la demanda efectiva. A la severa contracción ocasionada por el déficit en cuenta corriente, que se estima en 6% del PIB en términos reales, en la actualidad se agregan la caída del crédito, la baja de los ingresos del trabajo causada por la reforma tributaria y la entrada del TLC con EE.UU. Frente a los fracasos reiterados, en todas partes se abre camino un nuevo paradigma que reconoce que la economía no es regulada por la tasa de interés y que la austeridad no arregla la apreciación del tipo de cambio. El desbalance fiscal y la intervención en el mercado cambiario sin limitaciones monetarias emergen como la fórmula salvadora para conciliar la reactivación y la devaluación.
  • Eduardo Sarmiento | Elespectador.com

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